Ubicado entre medianeras, el edificio se erige como parte del acantilado que construyen las fachadas de esta «falla urbana» que es la Avenida San Antonio. Un acantilado heterogéneo en formas y estilos, una heterogeneidad que recoge el edificio en la creación de una fachada mosaico a partir de los 3 elementos básicos de la arquitectura andorrana: piedra, madera y forja. Una fachada que va más allá de ser una simple manifestación formal y que condensa en sí misma toda la filosofía arquitectónica del edificio: adaptación al lugar, libertad compositiva y distributiva, modernidad en los procesos de construcción y conciencia ecológica en la constitución y el funcionamiento de espacios interconectados organizados alrededor de la chimenea de dos caras que separa cocina y comedor.